viernes, 27 de febrero de 2015

MAMÁ, MAMITA DE MI VIDA

Mañana domingo madre adorada
muy temprano estaré en tu casa, ya vacía,
al entrar veré tu foto en la sala colgada
y al contemplarla sentiré una inmensa alegría.

Hurgaré por todos los rincones
te llamaré: ¡mamá!, ¡mamita de mi vida!
y repetirá el eco mi voz, mis emociones,
y quedará mi alma, lo juro, muy adolorida.

Te imaginaré en tu silla sentadita
zurciendo calcetines, trapos, mi camisa,
con tus suaves manos ¡oh madre bendita!
con ese inmenso amor y tu amplia sonrisa.

Acariciaré mil veces tu blanca cabellera,
besaré ansioso tu frente ya arrugada,
sabiendo que solo es una quimera,
sentiré el tierno calor de tu mirada.

Buscaré tu tibio y maternal regazo,
hundiré mi rostro en tus manos vacías
cual cuentas de cristal hecha pedazos
mis lágrimas rodarán por mis mejillas.

Te veré como antes al pie de tu fogón
preparando mi potaje preferido,
añorando el sabor de tu sazón
que guisabas con amor para tu hijo querido.

En el jardín, las flores que tu misma sembraste,
estarán floreciendo como en aquellos días,
que con paciencia y amor las cultivaste,
mostrarán sus bellos pétalos con alegría.

Iré de vista al camposanto,
llegaré con una flor, hasta tu tumba fría,
para rezar una oración en el altar sacrosanto,
por todo el amor que me diste ¡oh madre mía!

Cada mañana a Dios elevo una oración,
le rezo, como tú de niño me enseñaste,
ahora adulto, te doy en esta mi canción,
el tierno afecto que en mi vida dejaste.

¡Madre adorada! en éste tu día,
quiero cantarte mi canción con emoción,
con recuerdo tierno, con inmensa alegría,
y estos sentimientos de mi corazón.

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